Agustín García Calvo in memoriam

03.11.2012 00:00

Agustín García Calvo, poeta, filólogo y filósofo, ácrata, excéntrico y contrario a todo lo que no procediese del Pueblo, ha muerto el 1 de Noviembre de 2012 en Zamora, a la edad de 86 años. Lo que sigue en ésta y sucesivas entradas es un resumen de su autobiografía intelectual, conferencia pronunciada en la fundación Juan March, y de apuntes recogidos de sus entrevistas y de las semblanzas que de él se han escrito.

Nació en 1926 en una Zamora provinciana y propicia a la ensoñación. Ya en su adolescencia quedó encandilado con la poesía. Aquellos primeros juegos suyos con el lenguaje le llevaron a la facultad de Filología de Salamanca, donde estudió Clásicas con Antonio Tovar y experimentó con los ritmos de la poesía grecolatina. Desencantado de la poesía al uso e inspirándose en la oralidad de la poesía popular y griega, compondría canciones, muchas de ellas cantadas por Amancio Prada, y poemas para ser canturreados, que denominó melopeias. También escribirá teatro.

Fue primero profesor en el instituto Claudio Moyano de Zamora, después en las universidades de Murcia, Sevilla y, finalmente, en Madrid. Se involucró en la lucha estudiantil contra el régimen franquista, lo que le supuso verse apartado de la cátedra en 1965, junto a Enrique Tierno Galván y José Luis López-Aranguren.

Durante sus años de "amable exilio" en Paris, enseñó en la Universidad de Lille y de Paris-Nanterre y en el Collége de France. En París fundó y coordinó una tertulia política y literaria en el café «La boule d'or», en el Barrio Latino. Allí conoció a Amancio Prada, quien desde entonces ha cantado muchas de sus canciones. Con el regreso de la democracia, fue restituido a su cátedra en la Universidad Complutense.

Tradujo, en versiones rítmicas a Homero, Safo, diálogos socráticos del joven Platón, Las Memorables de Jenofonte Virgilio, Lucrecio, el Edipo Rey, el MacBeth y los sonetos de Shakespeare, La Philosophie dans le boudoir del marqués de Sade, a Belli y a George Brassens, que fue su amigo. Como traductor de Homero, exploró formas de expresión artificiales que tradujesen el extrañamiento propio del lenguaje homérico, caracterizado por su la diversidad de formas tanto en origen dialectal como estadio evolutivo. Hizo ediciones críticas, es decir, límpias de los errores de la trasmisión textual debidos al descuido o la pedantería, de Heráclito, Parménides y Zenón. También escribió de lingüística histórica y gramática, incluídos unos elementos de gramática pensados para la enseñanza media.

La actitud ética y estética del Gran Negador, como lo define su discípulo Fernando Savater, provocaba en los que se acercaban a su magisterio según J. M. Ridao tanta fascinación como desconcierto intelectualcolocándolos ante la saludable necesidad de distinguir los planos de la reflexión y de la acción.

Tras su jubilación animó la tertulia del Ateneo Libertario o el efímero Círculo Lingüístico de Madrid, una Escuela de Lingüística, Lógica y Artes del Lenguaje, que intentaba de conciliar disciplinas como la filología, las matemáticas y el teatro. Por último, apoyó al movimiento 15-M, dando charlas en la Puerta del Sol; cerraba así en círculo su trayectoria vital.

Aunque se sentía desolado por lo poco que ha llegado a leerse su generosa contribución, es probable que el pensamiento más estimulante de la España de las últimas décadas, no pueda entenderse sin la influencia de Agustín García Calvo.