El desequilibrio de la LOMCE

04.02.2013 12:10

La educación, como la sociedad de la que forma parte, está sometida a multiples tensiones opuestas: una tendencia conservadora, tendente a preservar las señas de identidad que la hacen ser la que es, y otra progresista, tendente a integrar las novedades útiles y a desechar lo obsoleto, una pragmática tendente a la, que mira al mundo laboral y promueve la especialización, otra idealista o humanista, que aspira a formar hombres libres, felices y completos, una igualitaria, que aborrece la distinción entre élite y masas, y otra discriminatoria, que considera tal distinción inevitable y necesaria. Y podríamos seguir.

Cuando la sociedad ha llegado a los niveles de pluralidad y complejidad como los actuales, es normal que cada grupo de interés tenga unas ideas propias de lo que es útil y de lo que merece la pena conservar. Por eso, en educación es necesario un esfuerzo por alcanzar el equilibrio, el justo medio, un esfuerzo de consenso que, desgraciadamente, actualmente se realiza probablemente por la soberbia de unos y otros que se creen en posesión de la verdad. La educación debe ser plural, para que nadie sienta que se le impone nada. La ley Wert, con su obsesión economicista, pragmática, discriminatoria, clasista, antihumanista y su superficialidad y su caducidad es lo contrario de lo que es una buena ley de educación equilibrada, sabia, consensuada y perdurable. 

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